The pirates Laffite

12 ene 2022

Purple Flower
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Nuevamente, y siempre nuestra historia patria y nuestras fantasías, toca un tema muy curioso; los piratas Lafitte. De acuerdo a nuestro pensar, los imaginamos probablemente muy diferentes a los que aquí les platicaré; primeramente, los Lafitte toaron casi total posesión del Golfo de México, en México,  pero ya en la primera mitad del Siglo XIX. El tema de la vida y actividad de estos personajes ha sido materia de una parte importante de la literatura épica romántica del Siglo XIX y  de la fantasía de muchos de nosotros. De los piratas Lafitte siempre creímos versiones distintas a lo que son sus verdaderas historias. Los Lafitte inspiraron al célebre Lord Byron para escribir su conocida obra El Corsario, a través de la cual esta extraña actividade se transformó en fantásticas  imaginarias leyendas.
En el libro History of Texas de H. Yoakum, N.Y, 1856, tomo primero, se nos relata lo que el fiel ayudante de Juan o Jean Lafitte, llamado Jim Campbell declaró sobre él. Dice que el célebre Jean Lafitte era el mayor de tres hermanos nacidos en la ciudad de Burdeos en Francia. Jean huyó de la casa paterna desde muy temprana edad para incorporarse a un barco de bandera inglesa perteneciente a la fragata Fox.
Se estableció posteriormente por corto tiempo en Detford, cerca de Londres, mas  su alma aventurera lo llevó nuevamente a una expedición a Cartagena de Indias y posteriormente a Santa Marta, en la bella Colombia, En esa colonial Nueva Granada, los insurgentes le extendieron la patente de Corso  intentando con ello debilitar a las fuerzas realistas hispanas. De allí en adelante dedicó su vida entera al fructífero negocio de asaltar barcos. Sabemos que tuvo que dejar el puerto de Charleston en las colinas estadounidenses por haber matado a su rival en un lance de amores, pues su fama con el florete era  famosa y de recordarse. Pasó posteriormente a las Antillas desde donde retornó a Estados Unidos estableciéndose con sus dos hermanos Pedro y Enrique, alias Antonio, en la próspera ciudad de Nueva Orleans.

El célebre Bancroft nos da la pauta del visceral odio de Jean Lafitte por el orden español. Dice que en 1803 Lafitte vivía en Santo Domingo dedicado en forma honesta y exitosa al comercio por el cual se hizo muy rico. El mar y la aventura siempre lo atraían en tal forma que decidió vender sus almacenes para comprar un navío cargándolo de mercaderías. Así, en compañía de su esposa, se dirigió a Europa pero fue interceptado por un navío de guerra español el cual lo despojó del mismo, dejándolo abandonado junto con su esposa, en un banco de arena en medio del océano con escasas provisiones. Rescatado por un navío estadounidense, retornó a Nueva Orleáns en donde sabemos se estableció desde 1809. Ahí murió su esposa por los males que adquirió durante ese penoso episodio. Desde entonces juró hostilizar a todo navío que pasara por sus narices con bandera hispana, lo cual cumplió e hizo con gran éxito el resto de su vida.
Ya después de la ciudad de Nueva Orleans sólo tenemos noticias de Pedro, el  hermano mayor, y de Jean, quienes regenteaban una fragua y eran asistidos por una bella mujer criolla, originaria de Santo Domingo, llamada Adelaida Maselari.

Dos islas llamadas Grande Isle y Grande Terre que se encuentran a escasos cien kilómetros de la desembocadura del Mississippi en el Golfo de México, fue en ellas  donde se establecieron  en aquellos tiempos todos los piratas y corsarios refugiándose en  ellas en busca de abrigo, comerciando  desde ellas  con todas mercancías que los buques saquedos obtenían, rebautizándose así estas islas con el nombre de Barataria, o posiblemente hayan sido así bautizadas por el gran Gobernador de las Lousianas, Bernardo de Gálvez, quien las gobernó en los 1789 y quien logró con la toma en épica batalla el fuerte de Pensacola, lograr liberar a los territorios norteamericanos del remanso de las últimas tropas inglesas, consolidándose así la independencia de ese país vecino.

En 1809 el gobierno estadounidense dividió la Louisiana en dos, prohibiendo el comercio de esclavos negros. La economía de las grandes plantaciones se basaba en el trabajo de estos por lo cual se fomentó un gran contrabando de ellos desde la Barataria. Fue necesario establecer una oficina o lugar para este lucrativo comercio de la ciudad de Nueva Orleans. El lugar ideal para ello fue la fragua de los hermanos Lafitte. Posteriormente, por disputa de diversos bandos piratas, Jean Lafitte tomó el mando de la Barataria, dejando a su hermano Pedro al mando de Nueva Orleans desde donde se manejaba un lucrativo contrabando que abarcaba muchos rublos.

Por la rebelión de negros sucedido en 1811 se descubrió que muchos habían sido llevados ilegalmente desde la Barataria, El señor Claiborne, gobernador de la Louisiana empezó una tenaz persecución en contra de los piratas. Así, el 16 de noviembre de 1812cayeron sobre varias embarcaciones corsarias que pretendían introducir gran contrabando, tomando como prisioneros a los mismísimos hermanos Lafitte. Ya por sus intrincadas relaciones con la élite local, lograron pagar su fianza y retornar a sus delictivas actividades.

El gobernador Claiborne, puso precio a la cabeza de los Lafitte y como respuesta, los hermanos pusieron al otro día mayor precio a la cabeza del gobernador, desatándose así una guerra pasional entre ambos bandos. A consecuencia de las guerras napoleónicas, el presidente de los Estados Unidos, James Madison, prohibió el comercio con los ingleses. Estos llegaron a atacar con el buque de guerra “Shannon” a la nave estadounidense “Chesapeak”, por creer que portaba desertores ingleses. Pedro Lafitte es aprehendido en la misma plaza mayor de Nueva Orleans y encarcelado.

En busca de aliados, los británicos visitaron la Barataria y ofrecieron a Jean Lafitte ayuda contra los estadounidenses concediéndole el grado de capitán y  dándole la protección inglesa. La situación de su hermano preso en Nueva Orleans su ciudad adoptiva, llevaron a Jean a reflexionar y en un acto de patriotismo escribió al gobernador Claiborne ofreciéndole sus fuerzas en servicio de su patria contra los británicos. Pedro huyó de la cárcel y Clairbone respondió con un ataque de tres días a la Barataria. Los ingleses por su parte, atacaron Nueva Orleans y el presidente Jackson pidió la colaboración de los piratas, abrió las cárceles y con el ejército de indios, negros, criollos, mulatos, europeos y de todas las comarcas, países y corsarios esperó el ataque inglés. Con gran destreza los Lafitte formaron parte decisiva de la victoria, la cual quedó consumada con la derrota británica. Ello motivó al presidente Jackson a proclamar, el 6 de febrero de 1815, un perdón libre y completo contra todos los actos anteriores de los corsarios, ahora héroes, quienes reclamaran la propiedad de las Islas Baratarias y lo que en ellas se perdió, en pago a sus acciones militares de defensa contra los ingleses.

En 1814, en México, las fuerzas del gran Morelos se encontraban en total anarquía por las divisiones internas. Entre ellos estaba un estadounidense llamado Pedro Elias Bean quien marchó a su país el país del norte, en busca de apoyo y armamento. En Nautla recogió un barco resultado de una escaramuza entre un bergantín inglés y corsarios, la presencia de estos últimos en Nautla, llevó a los Insurgentes a pensar que los estadounidenses apoyarían su causa con una invasión a México. Los Laffite pensaban establecerse en las costas mexicanas, por ello prometieron la llegada de muchos barcos más.

Se envió entonces una embajada mexicana a Barataria,  y en ella entregaron doscientas patentes de corso mexicanas, a cambio de ayuda para tomar Tampico, comprometiendo  recursos de nuestra nación al  socio triunfador.

Estas negociaciones llegaron a oídos del presidente estadounidense Madison, quien prohibió cualquier expedición para ayudar a los insurgentes mexicanos. En este momento los Lafitte eran una tracción para muchos. El libertador Simón Bolívar, después de la pérdida de Cartagena de Indias y de encontrar asilo en Haití, buscó el apoyo de los corsarios  mexicanos para debilitar el poder hispano y particularmente a Jean Lafitte, mientras Pedro, su hermano, hacía tratos con la embajada española en Filadelfia para pasarles información sobre la insurgencia mexicana. Juan Lafitte se estableció en la isla de Galveston, nombrando a su nuevo establecimiento “Nuevo Campeche” desde donde manejaba un intenso contrabando, y su hermano Pedro seguía en Nuevo Orleans atendiendo un floreciente comercio de mercancías y esclavos tan solicitado por los terratenientes del sur de los Estados Unidos.

El asentamiento en el “Nuevo Campeche”, fue atacado por los indios de la región llamados carancahuas. Dentro de los lugares que frecuentaban los corsarios se encontraban Sisal en Yucatán, de donde llegaban las noticias de Jean, desde Galveston o Campeche, mandaba a su hermano Pedro para que éste informara en Nueva Orleans de los movimientos insurgentes mexicanos al gobierno español.

Los corsarios empezaron a atacar por cuenta propia diversos puntos sin el mandato de los Lafitte, logrando con ello el repudio de la opinión pública tanto estadounidense como mexicana, decayendo enormemente su popularidad por ello.  Varios de sus secuaces fueron colgados al ser sorprendidos en la rapiña de los mástiles de los barcos en Nueva Orleans. Por esto fueron obligados a dejar su central en Galveston. Buscando un nuevo establecimiento y así llegaron a Isla Mujeres, muriendo a consecuencia de las heridas recibidas. No sabemos el paradero de Jean, pero la historia queda en manos de la fantasía, la cual, como en la mayoría de los casos, es superada por la realidad. Hay que agradecer al estudioso José Ignacio Rubio Mañé sus investigaciones sobre estos notables piratas, mismas que dieron luz a este escrito, que espero de luz al nombre de Jean y Pedro Lafitte, nombres que están en nuestra mente seguramente con una idea diversa a la realidad que realmente fue: como lo son diversos momentos de nuestra historia  como de nuestro presente.

Rodrigo Rivero-Lake

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